Viaje en Velero por las Islas Griegas: de Corfú a Preveza
de Corfú a Preveza, 85 millas (agosto, 2009)
Salimos de Corfú rumbo a Platarías, en la Grecia continental. Bordeamos la ciudad por el mar. Las vistas desde aquí
son también fabulosas.
Un par de millas al sur de la ciudad fondeamos para darnos nuestro primer baño griego en condiciones, cerca del famoso monasterio
de Vlacherna. Fabuloso.
Aparecen barcazos por todas partes entre el tráfico constante de los ferris y cruceros. Curiosamente, el más grande, como
el nuestro, con pabellón español y bandera gallega de cortesía. Miramos con los prismáticos y comprobamos que se trata del mega-velero
"Espíritu del Xarey" de un conocido empresario de la construcción gallego.
Con viento flojo del NW ponemos proa a Platarias, en la Grecia continental. Llegamos justo antes de la puesta del sol para fondear con las
últimas luces del día. Es el primer fondeo a la griega, tirando el ancla a dos o tres esloras del muelle, y dando atrás con un par de cabos
preparados para lanzar por la popa. Parece complicado, pero con alguien que vaya soltando y tensando la cadena convenientemente para evitar que la proa caiga a
sotavento funciona bastante bien. Queda un hueco y allí nos metemos. El amarre, perfecto, con cabos y cadena bien tensos, descargando de tensión
al molinete con una boza a la cadena. El puertecillo de Platarias encaja con el estereotipo de puerto griego; dos o tres filas de casitas bajas rodeando un
muelle al que se asoman bares y tavernas. Genial. Nos encontramos a un catalán, Ricart, que lleva siete años navegando por Grecia y
Turquía, con muchas ganas de hablar. Al cabo de un rato aparece su señora, cabreada porque la ha dejado con la cena casi lista y con la
cháchara se le está enfriando. Muy simpática, se presenta, nos cuenta algo de los turcos y la pasión, y elegantemente se lleva a
Ricart de las orejas. Carmen nos deleita con su famoso pollo al curry. Delicioso. Por la mañana, pasa la policia portuaria a cobrar, 7 euros, por la
estancia sin luz ni agua. Parece razonable.
Salimos de Platarias con rumbo a Paxos, pero antes queremos echar un vistazo a la zona de Sivota, un poquito al sur, con unos fondeos teóricamente
bastante buenos. La bahía, protegida por un par de islotes está abarrotada. Demasiada gente y demasiados barcos, así que cambiamos de
opinión y decidimos bordear las islas y el cabo hacia el Sur esperando que por allí haya menos movimiento. De camino nos encontramos con una
cueva y decidimos explorarla. Paramos el Turquesa sin fondear y por turnos vamos a echar un vistazo. El agua, como el barco, muy turquesa.
El fondeo, al sur de Sivota es agradable, con plan BCS y hasta Martini con hielo servido directamente en el agua.
Relajados, seguimos para Paxos. Aprovechamos la brisa del NW para hacer una agradable bajada a vela hacia el famoso puerto de Gaios, uno de
los más frecuentados de las islas del jónico-norte. Resulta difícil distinguir la entrada en la distancia hasta que no se está muy
encima. Como puerto natural es extraordinario, protegido por una isla de la que está separado por un estrecho canal en forma de C con suficiente calado.
Tal y como nos temíamos está abarrotado. En la parte central del pueblo no queda ni un sitio donde amarrar así que salimos a la entrada
del canal en donde quedaban todavía algunos huecos. Nos preparamos para amarrar en un hueco bastante grande cuando aparecen tres tipos de aspecto
griego-macarrilla dando voces y diciendo que ese hueco es para un barco grande que va a llegar pronto. De acuerdo, decidimos irnos hacia la esquina, para
amarrar al lado de un Jeanneau tripulado por una familia griega. Los macarras nos siguen y dicen que ahí tampoco, que el barco que esperan es muy grande.
Llegado a este punto me cabreo y les pego unos gritos que me salen en gallego, creo, y curiosamente los tipos se quedan callados. El canal es profundo y tenemos
que soltar los treinta metros de cadena y unos diez de cabo. Quedamos muy pegados a las rocas y en el barco de los griegos nos aceptan un cabo a modo de spring
de seguridad porque hay unas piedras a poca profundidad muy cerquita de la pala del timón. A los pocos minutos aparece el "Tender to Radial",
algo así como el chinchorro del Radial, y acto seguido un megayate que amarra pegado a nosotros. Desde el barco de la familia griega se oye un
irónico, ¡oh, ahí debe llegar Madonna! Nos reímos con ellos, mientras amarra el megayate ayudado por los sicarios en tierra.
Había oído historias similares, de matones que guardan sitios públicos para megayates que después deben
repartir unos euros entre los lacayos por los servicios prestados, y broncas serias con navegantes dispuestos a no dejarse intimidar. Ahora lo hemos vivido en
primera persona y afortunadamente la cosa no ha ido a mayores. Agradecemos a la familia griega su colaboración. Parece gente simpática: tres
generaciones con poca diferencia de edad, y cortados por un mismo perfil de barriga prominente, navegando juntos. Después de cenar a bordo, salimos a
dar un paseo por Gaios. El pueblo está lleno de gente. Mucha gente guapa, muy arreglada, que llena las terrazas del puerto. Gran mayoría de
italianos. Tomamos una copa en la plaza del pueblo y nos vamos a dormir. Día completo.
Me levanto temprano para ir a la policia portuaria con la intención de hacer nuestra entrada formal en Grecia. Paso y no hay nadie. Me voy a tomar
un café para hacer tiempo. Vuelvo y sigue sin haber nadie. Espero fuera con toda la documentación del barco y un calor de justicia diez, quince
minutos y sigue sin aparecer nadie a pesar de verse luz en el interior de la comisaría. De nada valdrá contarle todo esto a la policia si nos
multan por no haber hecho la entrada formal en Grecia, pero tengo la sensación de que me puedo estar esperando medio día hasta que alguien se
decida a pasar y decirme que mejor que vuelva mañana. Me voy. Desayunamos en el barco y salimos hacia Preveza, con parada prevista en la hermana menor
de Paxos, Antipaxos, un poquito al sur y más o menos en nuestro rumbo. Hacemos un bonito fondeo con plan rápido BCS porque se ha hecho tarde y
queremos llegar con luz a Preveza.
Enfilamos bien el canal de acceso a Preveza, lugar de dos históricas batallas, la de Actio en la que Octavio vence a Marco Antonio y
Cleopatra, y bastante más tarde la de Preveza, en la que los Turcos dieron caña a venecianos, genoveses y españoles, poco antes de la
revancha de Lepanto. Es aquí donde se quedará el barco en Septiembre al terminar la temporada y quiero echar un vistazo al varadero que he
reservado, Preveza Marina. Amarramos en el centro de la ciudad, de lado en el amplio muelle del paseo marítimo, justo delante de un barco de guerra
griego. ¿Se estará preparando otra batalla? Al cabo de un rato, metiéndosenos casi en el balconcillo de popa, zarpan.
La ciudad está animádisima. Sobre todo veraneantes griegos que pasean por los muelles y se sientan en las terrazas de bares y
tabernas. Damos un paseo y decidimos explorar las calles del interior. Encontramos unas callejuelas con más tavernas y mesas en la calle. Todo
está llenísimo pero conseguimos que nos monten una mesa en una esquina de la calle. Cena tranquila, con servicio lentísimo, a la griega,
pero muy agradable. Nos hacemos unas buenas risas explorando dialécticamente el universo de los inodoros marinos y las múltiples anécdotas
que todos recordamos. Termina la noche con un heladito en el "dodón", sentados en una terraza con el barco amarrado a diez metros. Nos vamos
a dormir aunque los bares nos lo ponen difícil. La fiesta, y sobre todo la música altísima se alargan hasta la madrugada.
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