Viaje en Velero Plaza a Plaza con Patrón por El Algarve

Por el Algarve (agosto, 2015)
Desde finales de julio hasta finales de agosto hemos estado en el Algarve. El Al-Gharb árabe, o sea, el occidente del
Al-Andalus, el tramo de costa que se extiende desde el Cabo San Vicente hasta la desembocadura del Guadiana en la frontera con España. El Algarve es
verdaderamente singular en el contexto de la costa portuguesa. San Vicente actúa como una frontera micro-climática que divide la
"nortada" portuguesa: el flujo principal se abre virando lentamente hacia el este, dejando toda la costa a sotavento del ventarrón
atlántico. Por tanto, el primer gran efecto es que el maretón que baja desde el norte desaparece y el mar de fondo que queda no es más
que un resquicio de lo que se mueve al otro lado del cabo. Por otra parte, el viento, excepto en la zona más occidental, ya no procede directamente del
mar, si no que viene de tierra en donde pierde humedad y gana temperatura. En la situación anticiclónica normal del verano el viento va rolando a
lo largo del día desde el norte hacia el noroeste, aumentando su intensidad a partir del mediodía. Al caer la tarde suele rolar nuevamente al
norte y, en ese momento, con frecuencia se produce un fenómeno curioso; el viento arrastra durante unos minutos el calor acumulado en la costa y lo
empuja hacia el mar aumentando notablemente la temperatura, y también su intensidad, supongo que por el efecto de suma del viento terral con el
barométrico. Otro aspecto significativo es el cambio gradual que se produce de oeste a este: cuanto más al este más aumenta la
temperatura tanto en superficie como la del mar y más disminuye la intensidad del viento. En estas condiciones, la costa ofrece un buen número de
fondeos diurnos en los que parar a darse un baño y almorzar, pero pocos seguros o bien protegidos en los que pasar la noche con tranquilidad.
La segunda situación climática típica del verano, aunque mucho menos frecuente, se produce cuando una borrasca pasa por el noroeste de
la península ibérica. En esos casos, las partes más alejadas de la borrasca generan pantanos barométricos en los que el viento
prácticamente desaparece, el cielo se nubla e incluso pueden entrar bancos de niebla que tienden a disiparse hacia el mediodía. En estos casos he
observado que la temperatura del mar también aumenta. Son estos días en los que toca darle vueltas al motor.
Por último la configuración de la costa también varía de manera clara de oeste a este. El primer tramo, desde San Vicente hasta
Ponta da Piedade - Lagos, es la zona más salvaje y menos urbanizada del litoral. El mejor lugar de fondeo, a mi juicio, es la ensenada de Sagres,
perfecta para esperar agazapados a que San Vicente abra el paso hacia el norte. Al otro lado de la ensenada, el puerto de Baleeira, no demasiado atractivo, y
con una pequeña zona de fondeo, en arena y roca, al este de los pantalanes. El problema aquí es que la mejor zona para fondear está
plagada de boyas, lo que obliga a irse un poco más al este, hacia la playa, donde la protección del dique de abrigo es menor. Nosotros,
amarramos a una de estas boyas, las más exteriores, que según nos dijeron son utilizadas por las embarcaciones que desde Lagos llevan a los
turistas a ver las grutas y por tanto, están libres en verano. La última parte de este primer tramo, alrededor de la Punta da Piedade, anticipa
la espectacularidad de ciertas zonas del litoral donde el mar ha moldeado la piedra caliza formando una costa bellísima.
El segundo gran tramo va desde la Ponta da Piedade-Lagos hasta la Ría Formosa-Faro. Esta es la zona más turística del Algarve donde
conviven los espantosos núcleos de turismo de masas de Portimao, Armaçao o Quarteira, con urbanizaciones y villas de lujo, pequeños
pueblos y un litoral que alterna bahías arenosas con tramos de roca caliza. Son estos últimos los verdaderamente hermosos, en concreto entre
Portimao y Armaçao (Ponta do Altar - Carvoeiro - Praia da Nossa Senhora da Rocha), y en menor medida entre Galé y Albufeira (Ponta do Castelo -
Ponta Grande - Ponta Pequena). Estas son los lugares que hemos elegido para los fondeos diurnos, aquellos que siguen la tradición del plan BCS del
Mediterráneo (bañito, comida, siestuki). Os pongo algunos fotos, cortesía de nuestra amigam tripulante, y gran fotógrafa Lorea:
La costa entre Portimao y Armaçao
Playa solitaria y solo accesible desde el mar al este de la Ponta do Altar, y más abajo las tripulaciones en stress máximo.
Paisajes próximos a Cabo Carvoeiro, ojo, no confundir con el Cabo Carvoeiro de Peniche, frente a las Islas Berlengas.
Como veis, esta costa es muy hermosa. Lástima que la absoluta desregulación permita a planeadoras, jets, catamaranes a motor,
y en general a todo tipo de embarcaciones ultra-rapidas navegar a toda velocidad pegados a las rocas sin respetar una zona mínima de baño. En
estas circunstancias, nadar desde un velero fondeado hasta las rocas cualquier mañana de verano es una actividad suicida. Aquella alocada y libertaria
forma de conducir a la portuguesa de los años ochenta y noventa, se ha trasladado al mar. Una auténtica locura. Los fondeos diurnos, por tanto,
han sido un poco movidos, aunque esto no ha sido óbice para darnos baños soberbios en esta hermosísima costa.
Para pasar la noche fondeados hemos utilizado sobre todo dos fondeaderos: La Praia Grande de Ferragudo, frente a Portimao, y el mejor y
más interesante de la Ilha da Culatra. Este último lugar, en la Ría Formosa que da acceso a Faro y Olhao, es un lugar extraordinario. Si
te trajesen hasta aquí con los ojos vendados y te los desvelasen en la isla te costaría imaginar que estás en un lugar del litoral
atlántico continental de Europa. Más probable es que pensaras que te habían transportado a una remota islita del Caribe, con sus casitas
bajas de colores, las calles de arena, el ambiente lánguido de los isleños... Lugar maravilloso esta Ilha da Culatra. Y aquí hemos
fondeado varias veces con las distintas tripulaciones que han navegado este verano en el barco, disfrutando de unas puestas de sol espectáculares
sobre Ría Formosa, bajando a la isla en el dinghy para pasear por la playa o cenar un pescado a la brasa en alguna de la media docena de tabernas de
la isla, o tomar un pingado (café cortado en portugués) al increible precio de 60 céntimos! No creo que sea posible pagar menos
por un café en ningún otro lugar de Europa.
Cuelgo aquí algunas de las fotos que Lorea tomó en la Culatra:
La entrada a la Ría Formosa, en la Ilha do Farol
Aquí, na Culatra, tuvimos un feliz encuentro con nuestros compañeiros del Galo, en singladura hacia el Mediterráneo.
El último tramo de la costa del Algarve se extiende desde la Ría Formosa hasta la desembocadura del Guadiana. Es costa baja,
arenosa, sin puertos ni fondeaderos, a excepción de la Ría de Tavira cuyo acceso es complicado, si no imposible, para barcos con caldos superiores
a los dos metros. Por tanto, y como el Guadiana ya lo habíamos remontado años atrás con el Txantxiku hasta Sanlucar de Guadiana y Alcoutim,
decidimos obviarlo y mantener la zona de navegación entre San Vicente y la Ría Formosa.
Hemos utilizado los cuatro puertos deportivos de la zona: Lagos, Portimao, Albufeira y Vilamoura. Para el barco, con 42 pies, el precio por noche es de
62 euros en Lagos y Vilamoura, 57 en Potimao, y algo menos de 40 en Albufeira. Todos ellos tienen buenas instalaciones tanto en tierra como en mar. Para mi
gusto, Lagos es el lugar más agradable, tanto por la marina como por el pueblo, además de que en el varadero y tienda de efectos navales de S
opromar, a doscientos metros del puerto, se puede conseguir prácticamente cualquier cosa que se necesite para el barco. A Portimao me he prometido no
volver nunca en verano; hay un absoluto descontrol de decibelios procedentes de la zona de la playa, y aunque yo duermo en casi cualquier circunstancia, las
tripulaciones tuvieron que utilizar tapones para conciliar el sueño. Albufeira es el más económico, quizás por estar un poco alejado
del pueblo, quizás por el poco encanto (por ser moderado) de los edificios que rodean la marina. Y poir último Vilamoura, el más
"glamouroso", donde se reproducen a pequeña escala los contrastes del Algarve: Lamborghinis y Maseratis aparacados frente a motoras de lujo
por donde pasean por la noche turistas "todo incluido". En fin... No obstante, es el mejor lugar, por su proximidad al aeropuerto de Faro, para
cambios de tripulaciones. Aquí embarcaron y desembarcaron Belén y César. Observad sus caras de satisfacción después de
unos días en el barco.
Del interior del Algarve no puedo contar demasiado. Solo una pequeña excursión en coche desde Vilamoura a Lagos en la que
paramos a ver Alvor y Carvoeiro desde tierra. Con todo, el paisaje de la zona, reafirma la idea de transición entre el Mediterráneo y el
Atlántico. Esa curiosa mezcla entre dos mundos vecinos que ya se empieza a sentir en Lisboa: entre el mar interior y el océano, entre paisajes
meridionales y occidentales, entre la tierra caliente y el aire fresco del mar.
Y como siempre, lo mejor del verano han sido las tripulaciones. Sin ellos, nada de esto tendría sentido y gracias a ello seguimos
adelante.
Así, lentamente, fue pasando el mes de agosto. Y llegó el momento de volver...
A los amigos, y a las buenas personas, se las conoce por sus hechos, no por sus palabras. Y por segunda vez cuando lo he necesitado,
Gerardo me demostró que participa de ambas condiciones. Bravo por Gerardo! Gracias a su ayuda pudimos afrontar la vuelta de una manera
rápìda, ya que septiembre y el inicio del curso escolar estaban a la vuelta de la esquina. En fin, que se presentó en Lagos el 24 por la
noche y el 25, a las 6 de la mañana, estábamos zarpando del puerto de Lagos. Primer día y primera noche, de ceñida hasta cerca de
Sesimbra. Segundo día, motorada sin viento y poca visibilidad hasta unas 30 millas al norte de Peniche. Segunda noche y tercer día, vientos por
la popa que nos llevaron hasta Cíes, donde fondeamos después de unas 450 millas. Esa tarde habíam soplado rachas en Fisterra de F8, pero
a la mañana siguiente ya había pasado lo peor y seguimos con vientos de popa hasta Fisterra. Allí el viento cesó y volvimos a darle
vueltas al motor para llegar a Camariñas esa noche. Ell día siguiente llegamos a Coruña.
Y así, ha pasado este verano 2015. El barco, ya amarrado en la dársena de la Marina, y el que esto escribe entrando,
todavía con cierto grado de confusión, en la vida terrícola paralela. El año que viene...

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